Querida
Ratita:
Te
escribo estas letras con urgencia y brevedad, pues la euforia está a punto de
transformar mi pelo en púas de erizo.
Los
últimos paseos me lo han confirmado: las calles de París son ahora seguras. Al
fin, el paraíso reina sobre un empedrado que ha dejado de acompañar los bípedos
pasos. Son ellos quienes, tras varias paradas en seco, han acabado plasmando su
hocico a ras de suelo, olfateando una propia desdicha ensangrentada. En el
ambiente huele a queso, ¡y yo lo disfruto como el que más!
Te
ruego salgas de tu escondrijo de campo, vuelve conmigo a la ciudad.
Posdata:
mi nuevo agujero se encuentra en la plaza de la Guillotina. Es la vigésima
primera cabeza, donde todavía quedan restos de comida entre los huesos.
Tu
querido Ratoncito.
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Fotografía de Vigía |
¡Menudo regreso!
ResponderEliminarMe encanta este micro. Es ágil, bonito, crítico...
Grande Vigía Anteojos.
¡Muchas gracias, Li!
EliminarUn microrrelato que tenía en el tintero desde hace unas semanas, pero que no sabía cuándo subir. Me alegra que te gustara.
¡Un fuerte abrazo!
Me encanta que lo hayas publicado con dibujo incluído... Has sido muy valiente ;)
ResponderEliminarUn beso
Debía publicarlo, creo que debe ser la propia revolución del blog...
Eliminar¡Un fuerte abrazo y mil gracias por comentario!