martes, 21 de mayo de 2013

Nueva rinconera

Fue así cómo nos vimos expuestos a la inmensidad de un mundo mucho más pequeño que el anterior. Noté la carencia del significado pasional entregado en otros tiempos mejores. Empezamos a ser seres que acabaron en entes; de más a menos, como es costumbre en toda vida. Sin explicación, nos despojaron de la capacidad de volar pese a no tener alas; dejamos nuestra versatilidad huérfana y abandonada en un baúl donde solamente había polvo. Allí algunos afortunados cuerpos de plástico esperaban una nueva oportunidad de ser vividos; mientras otros buscaban respuesta a infinidad de preguntas en un aire con olor a polución. En esas me encontraba, acompañado por mi pequeño pelotón, aunque con la mente puesta en mi solitaria retentiva.
               
El viejo escenario era parecido a este al que llaman Tierra, finito; aunque nosotros flotábamos en un espacio perenne: la Imaginación de Julio.
De su infante mente surgían las mejores historias, hechas para el aburrimiento de esas tardes lluviosas de domingo. Nunca llegué a ser el protagonista, me conformaba con papeles pequeños o de figurante con uniforme de séptimo de caballería. Vivía con pasión mi hobby de observar desde el puesto de vigía en un rancho construido con cartones de leche.  Daba igual el aspecto físico designado por tu creador, aquel niño de pelo revuelto tras la siesta te hacía pasar por princesa, ladrón, noble del Rey Arturo o caballo sin montura. La fantasía de Julio se apoderaba de los roles expuestos en la fábrica, creando nuevos. Todos lo respetábamos, sin quejas ni envidias. Nos convertimos en seres catalépticos desde el primer momento en el que entramos en su mundo: inmóviles y a su disposición, pero respirando el nuevo sentido que nos otorgaba. Todo pintaba bien…

Fotografía del Vigía Anteojos

Un día descubres que la vida se ha tornado gris, gris adoquín. Te despiertas rodeado de tus tres inseparables, pero ya nada es igual. El estante de libros ha sido cambiado por un viejo artefacto pesado de letras doradas que se encuentra a ras de suelo; y los dibujos clavados con chinchetas fueron sustituidos por feos cuadros florales. Giras tu cuerpo descubriendo la verdad de este abandono: eres un juguete que busca nueva rinconera.
               
Frente a mí quedaba eso a lo que Julio llamaba calle, que nada tenía que ver con aquel cuarto de juegos.

10 comentarios:

  1. "-Sargento: hemos cumplido nuestra misión. Andy ha crecido.
    -Soldado: Afrontémoslo, cuando las bolsas de basura salgan, nosotros, los del ejército somos los primeros en ir."

    Bienvenido! ;)

    *

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    1. La nostalgia de los juguetes que olvidamos...

      ¡Gracias por comentar y por la bienvenida!

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  2. Ésto es el comienzo de una gran amistad *

    Mirada Verzul

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    1. Las amistades se empiezan jugando, o así empiezan los niños.

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  3. Debutando por todo lo alto, como hacen los grandes. Y menuda fotaza amigo, me van a entrar celos profesionales... ;)

    ¡Enhorabuena!

    Lolailo.

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    1. ¡Qué va! Lo mío es para dar color al texto...

      ¡Gracias!

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  4. Los juguetes y los relatos no son tan diferentes.

    Cuando eres juguete puedes vivir tantas aventuras como imagine el jugador. Pero si dejan de ambientarte, quedas mirando a lo que llaman calle anhelando volver a tener vida. Y, cuando eres relato, esperas que alguien reconstruya toda la historia de nuevo, una ya armada (he aquí la diferencia).

    Espero que tus historias ocurran eternamente, saltando de mente en mente.

    Escribe libre tras estos anteojos, como Clark Ken. Sin la presión de ser Superman. Te observo desde mi cubilete azul, al que puedes entrar cuando necesites un descanso.

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    1. La no identidad te da esa gratitud libre de poder plasmar tus palabras sin miramientos. Ya sabes cómo es este mundo, todos juzgan, pero nunca así mismos.

      ¡Gracias por tu comentario y por jugar con los soldados!

      P.D: "Los cubiletes siempre contienen suerte"

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  5. Maravilloso, as usual...
    R

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