¡No!

En la mañana del cinco de agosto se produjo un hecho que dejó atónito al gentío que por allí caminaba. No era frecuente ver, en semejante escenario, una situación similar en los ojos de los testigos. Por norma general, la respuesta que siempre se planteaba en aquel contexto solía ser de origen afirmativo, continuando así con una sonrisa nerviosa y un suspiro profundo caído en pensamientos de futuro. Pero no, nada de eso ocurrió: al negarse ante aquella proposición, cien miradas llenas de odio cargaron contra la pobre muchacha que, sin titubeos, esperaba impaciente dar su primer sorbo de té.

Cuando por fin la infusión asentaba su estómago, se levantó de la mesa y huyó del descaro de la gente que aún no podía creerse aquel ¡No!

De un aleteo crucé la calle para picotear aquella tarta de chocolate que tan rotundamente la chica rechazó.

Fotografía del Vigía