Crece el vello facial a contrapelo de aquellos lugares donde la barba
pone fin al desaliño. Y es que: ¡se han acabado las caricias de la muerte –o
navaja– a ras de pescuezo! Ahora priman las prisas por no perder más de cinco
minutos en manos de un profesional; nos fiamos de uno que simula ser Papá
Noel frente al espejo del cuarto de baño. Llegan las calvas, las barbas por
fascículos, el after shawe con olor a
mujer, ¿dónde quedó el olor a Varón Dandy? Usamos las moderneces: las maquinillas de afeitar, las cuchillas ProGlide, pero ¿acaso los niños has
dejado de recortar las fichas del colegio con las tijeras? Afortunadamente, uno
que es proyecto de poeta tiene la promesa de no afeitarse hasta que no acaba
sus escritos. El día que deje de escribir, espero que el tanatopractor sea un
barbero.
Fotografía de Vigía |
¡Cómo te gusta mi barrio!
ResponderEliminarMe encanta tu definición y la foto...
Un besito * Rous
Tu barrio me cae en gracia, no te lo voy a negar...
Eliminar¡Muchas gracias por tu comentario, no pierdas de vista las barbas!
Un abrazo.
Nunca te aféites, Vigía... Eso nunca.
ResponderEliminarEscribe mucho. Y visita muchas barberías con solera... Pero para inspirarte.
Te aplaudo la definición. Tras la de música, lo has vuelto a hacer: me has encantado.
Te mando toda mi admiración en forma de silbido ;)
Es una promesa que tengo hecha, no afeitarme el poco vello que tengo en la cara...
EliminarMe alegro que te haya gustado esta definición.
Un fuerte abrazo.
(Silbido, silbido)
Qué alegre encontrar blogs como este bien escrito y optimista, mucha energía positiva Vigía.
ResponderEliminarBendiciones