–Cariño, hoy te toca noche de damas, ¿dónde iréis?
–Si te lo dijera, no sería noche de damas.
Mamá se volvía mística con tanto secreto; papá mitigaba su nerviosismo
con clases de interpretación desde el sofá.
–Pasadlo bien.
Con el clic de la puerta
llegó el desenfreno de papá.
***
Al cabo de una hora la mesa de la cocina contaba con seis tíos jugando
al póker, mientras la cerveza era engullida por los salvajes de sus amigos.
–¡Benditas noches de damas! –dijo el más gordo y calvo de todos.
–Salgo a fumar, ¿alguien se apunta?
Aprovechando el ansia adulta, me adentré en la cocina. Al descubrir
las cartas entendí el porqué de aquella noche de damas. Desde entonces siempre
he querido hacerme con esa baraja.
Fotografía de Vigía |
Preciosísimo relato el tuyo...
ResponderEliminarLa foto es sensacional y se que de alto contenido sentimental para ti.
La persona que te regaló las cartas estará orgullosa de ti por el buen eso.
Me parece genial este homenaje. Es maravilloso volver la vista atrás en este caso.
Enhorabuena por tus bonitas letras nostálgicas y "divertidas".
Las cartas me parecen brutales... Eso quiero verlo yo en persona.
Te felicito, Vigía *
Lo cierto es que son unas cartas la mar de curiosas...
EliminarCreo que la fotografía bien se merecía un microrrelato et voilà...
Me alegra que te haya gustado, un abrazo.
Eh, ahora cuenta dónde va la mujer y qué hace... puede ser incluso mejor, jejeje ;)
ResponderEliminarMaría
Acepto el reto, María.
EliminarEl próximo viernes lo tendrás.
¡Gracias por comentar! Un abrazo.
Genial relato, Vigía!
EliminarAl igual que María, espero ansiosa conocer la noche de la señora...
unbso!
Este viernes verá la luz...
Eliminar¡Gracias, Alice! Un abrazo.