No le quedó más remedio que imaginarse paredes llenas de vida para
sobrevivir a la inmundicia del encarcelamiento en aquella cueva. Fueron muchas
las noches, o días –la oscuridad no es nada clara– en las que tiró de su
ajetreada memoria; rescatando recuerdos que salvaran su censura, que le
abrieran una nueva ventana a la que aferrarse.
Creía desde un inicio en su persona. No se dejaba llevar por las
corrientes venideras en momentos de locura concentrada en el rugir del propio
miedo.
Le condenaron por pensar en sus propios ideales, que quedaban exentos
de todo tipo de barreras.
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Fotografía del Vigía |
Querido amigo, hoy me has tocado el alma de lleno.
ResponderEliminarLa fotografía ha traído un recuerdo a esta noche rara, y el microrelato me ha transportado a un sofá marrón con una mesa de camilla y un brasero, donde mi querido abuelo me contaba su estancia como preso político en una cárcel de Madrid...
Te adoro *
No sabes lo importante que son para mi estas palabras. Verás, escribir y tocar el alma deberían ser sinónimos o al menos primos hermanos. Si te he tocado el alma, es buena señal.
EliminarLa fotografía corresponde a un lugar "maravilloso" y la historia a unas noventa y nueva palabras juntas.
¡Gracias por tu precioso comentario, como siempre!
Enhorabuena ! Un relato que sin duda remueve sentimientos...
ResponderEliminarEs triste pensar en aquellas personas que un día defendieron sus principios, sus ideas, su libertad y se vieron condenad@s a vivir en la sombra y triste pensar en la sombra que cubre a la mujer del mundo árabe con el Burka, por donde tan solo entra la luz por una pequeña rejilla situada a la altura de los ojos y triste pensar en la oscuridad de los mineros y en la oscuridad de los niños del tercer mundo que la única luz de esperanza depende de ayudas...
Relato para reflexión...
Espero con ganas uno de luz y esperanza.
Te admiro y lo sabes:)
Muchísimas gracias por las bonitas palabras que me dedicas.
EliminarEn breve iluminaré con palabras, lo prometo.
Un fuerte abrazo.